Escucha el ney / Masnavi, Vol. I, 1-18
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¡Escucha este ney, cómo está cantando melancólicamente!
Por la separación, se está quejando:
“Desde que me arrancaron del cañaveral,
Todos los ojos que se fijan en mi llanto derraman lágrimas que jamás quedan secas.
Deseo un corazón rasgado por la separación,
De modo que pueda compartir el dolor de la lamentación:
Todo aquél que se ha separado de su origen,
Añora siempre el momento del reencuentro.
En cada compañía, sollocé y lloré,
El miserable y el feliz intentaron entablar amistad conmigo,
Cada uno trabó amistad conmigo de acuerdo a su entelequia,
Sin embargo, ninguno ha intentado descubrir los secretos hundidos en mis profundidades.
Aunque mi secreto no es nada más que mi llanto,
Sin embargo, no se manifiesta en mis sentidos,
No se oculta el cuerpo del alma, ni el alma del cuerpo,
Sin embargo, a ningún ojo mortal se le ha permitido contemplar el alma”.
El sollozo del ney no es mero aire sino fuego,
¡Que se considere malogrado aquel que carezca este fuego!
Son las llamas del amor en este ardor del ney,
Es el fermento del amor en este vino extático.
El ney es el más confidente de todos los que se separaron del Amado,
Sus tonos sollozantes fragmentan los velos de los corazones profundamente cubiertos.
¿Quién ha visto una triaca y un veneno como el ney?
¿Quién ha contemplado un amante anhelante y un verdadero compañero como el ney?
El ney canta de una manera manchada de sangre,
Habla del amado para quién el corazón de Majnun sangró.
Nadie sino el inconsciente amante es confidente de esta comprensión,
Ya que no hay comprendedor de esa lengua excepto del oído (del místico).
En nuestra añoranza los días se convirtieron en noches,
Las noches se unieron con ardorosas emociones.
Si han pasado días dolorosos, no nos importa,
¡Quédate con nosotros, oh Aquél que no tiene par en la pureza!
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Todo el mundo es saciado de agua excepto el pez en dicho medio,
Y alargan los días de aquellos que carecen de alimentos diarios.
El inmaduro no puede comprender el estado del maduro,
Entonces hay que terminar el discurso y despedirse, ¡adiós!